El
laberinto
Hay
que formar a la juventud en valores superiores; esto ya lo sabían los sabios de
todos los tiempos.
Érase una vez, hace
mucho, mucho tiempo que existía un pueblo famoso en todas partes por la
sabiduría de sus mayores así pues cada plenilunio veraniego jóvenes de otros
pueblos acudían a su territorio para lanzar sus desafíos de fuerza y
conocimiento; y así pasar el caluroso verano. Y un año fueron sobrepasados.
Reunidos los sabios del
pueblo en círculo y concejo idearon un juego que supusiera un desafío supremo,
no solo para los jóvenes del pueblo, ya superados, sino para los jóvenes del
mundo entero.
Construyeron un
laberinto de nueve círculos concéntricos y dejaron una prenda en el centro. Llegado
el plenilunio y con los jóvenes expectantes los sabios lanzaron el desafío: Os
lo ponemos fácil; en plena noche, encontrar la entrada del laberinto, llegar
hasta el centro y venir con la prenda que dejamos dentro.
Pasaron años hasta que
un plenilunio un joven superó el desafío y regresó al pueblo con la prenda en
sus manos. Y le coronaron rey.
Muy bien. Dijeron los
sabios. Vemos que os estáis aburriendo así que os lo vamos a poner más fácil. En
el próximo plenilunio veraniego decretamos que solo se podrá acudir al
laberinto de noche, sin antorcha o luz alguna, para devolvernos la prenda.
Pasaron años, muchos
años, hasta que un joven consiguió volver con la prenda de los sabios entre sus
manos. Y le coronaron rey.
Vaya, vaya, os estáis
aburriendo. Dijeron los sabios a los jóvenes ante ellos concentrados un nuevo
plenilunio veraniego. Os lo pondremos más fácil. Entraron en el laberinto para
dejar la prenda y después tapiaron algunos pasadizos para que nada material
pudiera llegar hasta el centro. Noche de luna llena, desafío de los sabios: ¡Traernos
la prenda del interior del laberinto!
Y pasaron años y años
hasta que un joven regresó del interior del laberinto con la prenda en sus
manos. Y le hicieron rey.
Bueno, bueno, bueno; da
pena ver esas caras de aburrimiento. Dijeron entre sí los sabios. ¿Aceptaréis
un nuevo desafío?
Los jóvenes brincaron y
gritaron lanzando un estruendoso:
¡¡¡Sí!!!
Los sabios dejaron la
prenda en el centro y después cubrieron el laberinto con una montaña de tierra
y piedras y hasta plantaron árboles y una viña para que pasara totalmente
desapercibido.
Plenilunio veraniego,
gentes llegadas de toda tribu y lugar; el desafío perfecto: ¡Jóvenes! ¿Alguno
de entre vosotros será capaz de devolvernos la prenda escondida en el círculo
supremo?
¡¡¡Sí!!!
Gritaron todos a una la
muchachada impresionante concentrada ante ellos.
Y pasados muchos,
muchos, pero muchos años tras la fiesta del plenilunio veraniego apareció la
prenda de los sabios en manos de un joven del pueblo. Y le hicieron rey.
¡Ag! Exclamó el más
sabio entre los sabios. Ahora sí que os estáis aburriendo, ¿seréis alguno
capaz, gañanes, de traernos la prenda que dejamos allí dentro?
¿Dentro de dónde?
¿Alguien sabe de qué va
esa historia?
Dijeron entre sí los jóvenes
insolentes e indolentes.
Y pasó una eternidad de
tiempo.
Hasta que un día se
presentó ante el círculo de piedras abandonadas un joven y se encontró con un
abuelito dormitando sobre una de ellas y le despertó:
¿Qué haces, gañan?
¿Cómo te atreves a sacarme de mi ensueño? ¿Y eso que traes ahí?
¿No eres tú uno de los
sabios que lanzó el desafío supremo? Pues mira, en mis manos porto la prenda de
los reyes eternos.
¿Continuamos este
cuento?